Querida Mariam;
Hoy es un día muy especial a la vez que triste, puesto que tu vida acaba de apagarse para siempre. Tengo el deber como amigo y como persona de dedicarte estas palabras, Mariam, ya que fuiste hasta el día de hoy un ejemplo de fuerza y entereza para todos los que te conocimos.
Mariam, fuiste una persona muy especial para mí, una compañera cuyo optimismo era capaz de cautivarnos a todos y con la que compartí una amistad que me será muy difícil olvidar. Eras de las pocas personas que siempre me respondía con una sonrisa perfecta sin esperar nada a cambio. No concibo la idea de que ya no estés, es imposible, una realidad demasiado cruel para ser cierta. Me embarga la culpabilidad por no haberte ido a brindar mi apoyo en vida debido a las circunstancias y debido a la distancia. Fuiste una gran persona, incluso en momentos de enfado me hacías sonreír, jamás podría olvidarte. Existen infinidad de recuerdos compartidos contigo en mi mente, y hoy parece que todos se amontonan en forma de lágrimas ya que no me hago a la idea de verte marchar.
Estés donde estés, quiero que jamás dejes de lado la felicidad que en todo momento te acompañaba.
Con cariño, Jesús.
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| 19/12/2010 |
© JESÚS GUERRERO VÁZQUEZ
