Yves Saint Laurent, esa
estrella que nos abandonó hace poco más de cuatro años y que sigue
siendo capaz de brillar desde donde quiera que esté.
Para las mentes
ignorantes, he de decir que Yves fue y sigue siendo un referente a la
hora de abordar cualquier reto en la industria de la moda, por
razones tales como deslumbrar a Christian Dior gracias a su inminente
talento o haber sido capaz de convertirse en el diseñador jefe de la
casa Dior con tan solo 21 años, dando lugar al artista más joven de
la alta costura francesa a mediados del siglo XX.
A principios de los años
60, se vio en la terrible obligación de abandonar el mundo de la
moda que tanto amaba con el fin de cumplir su servicio militar y cuya
fugaz experiencia fue capaz de marcar su vida durante algún tiempo,
dando lugar a una crisis personal que le impulsó a seguir adelante y
ser capaz de fundar su propia firma en compañía de su entonces
amigo y futuro compañero sentimental, Pierre Bergé.
Así fue como nació la
casa YSL, cuyos diseños no pasaron desapercibidos para nadie por ser
la primera en incluir el smoking a una colección íntegramente
femenina y por atreverse a presentar el entonces no tan bien visto
por la alta sociedad, prêt-à-porter,
entre otras sutiles hazañas.
Tras su muerte en 2008, el italiano Stefano Pilati siguió en su cargo de diseñador jefe de la firma, ya que Yves se retiró del mundo al que tanto amaba en 2002 a causa de que no soportaba la idea de ver como algo tan maravilloso como la moda pasaba a ser insípido y ambicioso. No fue hasta marzo de 2012 cuando Pilati fue sustituido por el que fuera director creativo de Dior Homme, Hedi Slimane; el cual comunicó a los medios que la maison francesa pasaría a llamarse SAINT LAURENT PARIS, siguiendo el ejemplo de casas como Dior o Chanel.
Finalmente cumplió la promesa de "algún día seré famoso", como respuesta al agotador acoso escolar al que se vio obligado a sufrir como otras muchas personas que le admiran, tanto por la persona que fue como por su legado artístico.
© JESÚS GUERRERO VÁZQUEZ
