martes, 24 de julio de 2012

My dear blog...

No estoy pasando por un momento agradable en los días que estoy viviendo, durante días no he sabido sobre qué escribir porque mi crisis de inspiración repentina e inoportuna me lo ha impedido. Quisiera hablar a quien quiera que lea estas palabras escritas bajo este anonimato, sobre la importancia de la música y la moda en mi vida, tanto para mí como para muchas de las personas que se sientan identificadas.

A diferencia de lo que muchas personas puedan pensar o tener entendido, la música y la moda discrepan en muchas de sus características pero por otro lado son capaces de expresar lo que una persona siente y necesita compartir para no sentir que está solo en el mundo. En mi caso, la música me ha acompañado desde que obtuve involuntariamente el uso de razón, ha sido durante todos estos años la mejor de las compañías que a mi parecer toda persona debería otorgarse a sí misma. Al igual que la moda, la música pasa por etapas, pudiendo ser un grandioso éxito y perdurar durante muchas generaciones -como el maravilloso 2.55 o el vestidito negro de Coco Chanel-, o por el contrario, puede hundirse en las más profunda oscuridad por el hecho de ser la peor bazofia que alguien pueda oir.

¿Quién no se ha colocado su maravilloso iPod y se ha marchado dispuesto a arrasar en la primera tienda sobre la que ponga sus estupendos Jimmy Choo -colección masculina, por supuesto-? Yo no, básicamente porque no me lo puedo permitir, como muchas otras personas de este ridículo país.


La música es más que simples notas en armonía; es capaz de provocar la euphoria en un día gris, hacerte sentir beautiful si tu autoestima se encuentra a tres metros bajo tierra, o incluso hacerte sentir que te encuentras desafiando a la gravedad que nos encarcela. Es moda, porque sin ella una canción no sería nada, aunque la moda pueda vivir perfectamente sin élla. Por hoy, como diría la temida Miranda Priestly, es todo. 





 

 

© JESÚS GUERRERO VÁZQUEZ
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domingo, 15 de julio de 2012

When I was a little boy...

Tal como dijo Rebecca Bloomwood al comienzo de Confessions of a Shopaholic -excepto por el detalle de que yo no soy una chica-, cuando yo era pequeño existían dos tipos de precios: los real prices y los mom prices. Con los mom prices te solían comprar las peores horteradas de color marrón -en el ahora famoso arraigado low cost- que se te puedan ocurrir, y las cuales tardaban una absoluta eternidad en abandonarte por la razón que fuese. Por otro lado estaban real prices, con los cuales alguna prima mayor que tú y algo más fashion que las personas que te rodeasen en ese momento de tu vida, o incluso tú mismo en un arrebato de locura de nuestras madres, se obtenía cualquier prenda menos despreciable ante nuestros ojos y que duraban menos tiempo que un fugaz suspiro. Esa fue, o es, la realidad de cualquier chico como yo.

Durante años eso es así, pero llega el momento en que dicha situación acaba y por un momento te sientes la persona más feliz del continente -o por lo menos de las personas que se encuentran en la cola de las rebajas para pagar, al igual que tú-. 

El motivo de este blog es muy simple: it doesn't exist. Escribir es un placer que muy pocas personas saben apreciar, y por esta razón lo hago. Una frase no son solo palabras con un significado que dar, es mucho más y podría ser cualquier cosa, tales como una repentina idea con la imperiosa necesidad de ser plasmada en algún sitio o un sentimiento que debe ver la luz lo antes posible.

Como breve presentación, podría decir que tan solo soy un simple adolescente con un larguísimo y aburrido verano por delante. En las etapas por las que debemos pasar a lo largo de nuestra vida, como la que estoy viviendo, se aprende casi todo lo que se debe saber sobre la vida antes de vivirla plenamente -o no-. Constantes cambios o repetitivos actos, da igual, la conclusión es que dejamos de ser lo que fuimos y no tenemos idea de donde acabaremos. 

Del mismo modo es la moda -desde mi humilde punto de vista y perspectiva-, lo que se acabó hace tantísimo tiempo ha sido capaz de volver con más fuerza que nunca, mientras que lo que tanto nos ha gustado llevar ya solo nos sirve para quizás ser mirados de mala manera.

Por último quisiera rendir un pequeñísimo homenaje a una persona que fue asesinada hace nada menos que quince años en la puerta de su propia casa; un gran icono en el mundo de la moda del que tanto anhelo pertenecer y el fundador de una de las casas de moda más reconocidas en prácticamente todo el mundo: Gianni Versace. Desde la apertura de su primera tienda en la Via della Spiga de Milán durante los años setenta, se convirtió en una de las personas más importantes del sector; llegando a ser galardonado en 1993 con el llamado American Fashion Oscar. Desde su muerte, su hermana Donatella ejerce como directora creativa de VERSACE, mientras que su hermano Santo se encarga de ser el gerente de la misma. Por hoy, es todo.

GIANNI VERSACE
 

© JESÚS GUERRERO VÁZQUEZ
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